Con más redes sociales, cuentas y aparatos conectados a Internet que nunca, parece que lo más seguro es guardar contraseñas en nuestra propia memoria para evitar que se nos pierdan o que nos sean robadas. Pero, ¡cuidado!. La elección de contraseñas sencillas y fáciles de recordar podría poner en peligro la seguridad de las mimas.
Y es que los hackers pueden robarte esta información relevante, empezando por tus cuentas personales de correo electrónico, hasta el sistema informático de tu coche. Para evitar el «hackeo», almacenar nuestras passwords en la memoria parece a priori la única opción segura. Pero, ¿podemos confiar en nuestra mente a la hora de almacenar todas nuestras contraseñas? ¿Seríamos capaces de acordarnos de todas y cada una de nuestras passwords?
Principales peligros de guardar contraseñas en tu memoria
Con la creciente cantidad de contraseñas, parece tarea casi imposible recordarlas todas. Hagamos un repaso; pensemos en todos los websites a los que accedemos a diario o semanalmente: Facebook, Twitter, Gmail, Netflix... También servicios como por ejemplo la banca online. Según un estudio realizado por la empresa especializada en administración de contraseñas Dashlane, el promedio de cuentas por usuario en Internet es de 130 en Estados Unidos, 118 en Reino Unido, 95 en Francia y 92 en el resto del mundo. Y si la tendencia sigue, podríamos prever un promedio de 207 cuentas por usuario en 2020.
Pero además del creciente número, también la complejidad parece ser otro handicap a la hora de almacenar nuestras passwords en la memoria. Para poder guardar contraseñas en nuestra memoria recurrimos a formatos muy sencillos..L. y peligrosos. Un 60% de los usuarios crea sus contraseñas con caracteres alfanuméricos, y un 30% escoge passwords iguales o inferiores a 6 caracteres. De hecho, de acuerdo con la lista anual de contraseñas más utilizadas de Splashdata, y por tanto más susceptibles de ser hackeadas, el número uno lo ocupa «123456», seguido de «password» y «12345678». Este sería el Top 10 de las más usadas en el mundo:
- 123456
- password
- 12345
- 12345678
- qwerty
- 123456789
- 1234
- baseball
- dragon
Quizás este uso de contraseñas sencillas o fácilmente identificables, tenga su explicación científica en un estudio publicado por investigadores de Harvard y el MIT, en el que se defiende que es más fácil para nosotros recordar imágenes o información que ya conocemos y que tiene algún significado especial para nosotros: fecha del cumpleaños, una dirección, el nombre de un familiar… Contraseñas en todo caso predecibles, a través de las que un hacker sería capaz de acceder a 1.000 cuentas en unos 17 minutos.
Pero, ¿cuál sería la alternativa fiable a guardar contraseñas en nuestra memoria? Básicamente utilizar programas de gestión de contraseñas (como Lastpass, Keypass o la propia Dashlane), que permiten almacenar todas nuestras passwords (por muy complicadas y largas que sean) de forma segura, pudiendo acceder a ellas cuando lo necesitemos. Una solución años luz de distancia de la socorrida (y peligrosa) costumbre de almacenar todas tus claves en una libreta al lado de la mesa de tu oficina.
También fallamos en las preguntas elegidas
Pero la falta de dificultad en torno a nuestras claves no solo afecta a las propias passwords: también se eligen preguntas que sean sencillas de responder, en el caso de olvidar nuestra contraseña y necesitar recuperarla. Por ejemplo, no es lo mismo preguntar: «¿Es el Presidente Barack Obama el presidente número 44 de los Estados Unidos?», que: «¿Quién es el presidente número 44 de los Estados Unidos?». En el primer caso sólo estaríamos reconociendo si la información que se nos da es verdadera o falsa. En la segunda pregunta se necesita recordar la respuesta exacta. Por tanto, siempre es más fácil reconocer, porque se nos dan más pistas para recordar algo. Y esto lo utilizamos a la hora de generar y almacenar más facilmente nuestras passwords en la memoria.
Debemos tener en cuenta, finalmente, que determinados sitios web aún cuentan con políticas de seguridad de contraseñas débiles (todavía le permitirán acceder a su cuenta después de 10 intentos de login fallidos, sitios que no requieren contraseñas que distinguen entre mayúsculas y minúsculas o alfanuméricas, etc). Si las políticas de contraseñas de un sitio son insuficientes, esto supone una gran bandera roja que podría indicar fallos en la seguridad de las mismas.
Visto así, memorizar una contraseña parece que supone al final más inconvenientes que ventajas, pero ello no implica que no debamos tomarnos tiempo en mejorar la fuerza de nuestas passwords. ¿Qué podría pasar si olvidamos o reutilizamos una contraseña? Teniendo en cuenta ciertas brechas de seguridad cometidas por algunas redes sociales en los últimos años, lo ideal para proteger nuestros datos, si la memoria nos falla, sería recurrir a un gestor de contraseñas seguro, que puede ayudarnos a crear contraseñas fuertes y únicas para cada sitio web.
Imagen: www.freepik.com
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