Es bien sabido que la Unión Europea está en contra del greenwashing debido a que considera que es una práctica engañosa que perjudica tanto a los consumidores como al medio ambiente. Ante esto, el pasado miércoles propuso una serie de normas para abordar esta problemática y proteger a los consumidores y al medio ambiente.
Objetivos y medidas clave contra el greenwashing
«El 53% de las afirmaciones ecológicas brindan información vaga, engañosa o infundada» y «la mitad de todas las etiquetas verdes ofrecen verificación débil o inexistente«. Estos son algunos de los datos presentados por la UE en su comunicado. Una muestra de la necesidad de corregir estas malas prácticas que cada vez se vuelven más sofisticadas, impidiendo así que los consumidores tomen decisiones de compra informadas.
La propuesta presentada por la UE, obligaría a las empresas europeas a respaldar con pruebas las afirmaciones de que sus productos son respetuosos con el medio ambiente. También busca prohibir las etiquetas ecológicas engañosas en productos como ropa, cosméticos, electrónica o cualquier otro artículo que afirme ser amigable con el medio ambiente.
Para poder utilizar dichas etiquetas, la empresa que los produce deberá permitir que una organización realice una evaluación científica de todas las repercusiones ambientales significativas a fin de demostrar que su producto cumple los requisitos de la etiqueta.
La ley aún no ha sido aprobada y debe ser evaluada por el Consejo y el Parlamento Europeo. Se espera que las negociaciones concluyan a tiempo para comenzar a aplicar las nuevas normativas en 2024.
Qué es el greenwashing
Ahora bien, comentamos que la UE está en contra del greewashing, pero ¿qué es esto exactamente? Se trata de una práctica de marketing en la que las empresas intentan mejorar su imagen al afirmar que sus productos o servicios son más sostenibles de lo que realmente son.
Esta práctica puede incluir afirmaciones no tan exactas sobre la eficiencia energética, la reducción de emisiones de gases, el uso de materiales reciclados o la eliminación de residuos tóxicos, entre otros. Realmente el objetivo principal de este «lavado verde» es mejorar la reputación de la empresa y aumentar las ventas. No se concentra en realizar una contribución real a la protección del medio ambiente.
Alusiones vagas o dejar la responsabilidad en el consumidor, algunos (malos) ejemplos
Durante el verano de 2022, Europa sufrió una gran ola de calor, siendo el más caluroso registrado. Pues bien, según datos reflejados en el estudio Three Shades of Greenwashing, que analiza los discursos en redes sociales por parte de compañías de petróleo, automóviles y aerolíneas europeas, durante ese periodo se produjo un silencio climático.
Tan solo 6 de 2.325 publicaciones en redes realizadas por las 22 empresas analizadas hacían alguna alusión al cambio climático. No obstante, en estos seis contenidos, nunca se hizo referencia a las causas del cambio climático, por lo que la reflexión, compromiso o toma de responsabilidad era inexistente.
Otro ejemplo expuesto en el estudio señala que algunas empresas utilizan el tema del medio ambiente para llamar la atención del consumidor pero de una manera más sutil.
La empresa no dice directamente que sus productos son responsables con el cambio climático ni que son de materiales reciclados; más bien le dan a entender al posible cliente que con el uso de sus productos o servicios pueden volverse una persona más responsable con el planeta, es decir, le otorga la responsabilidad al consumidor.
Foto: Depositphotos
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