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El secreto para fidelizar a la clientela ha sido, posiblemente, el tema que más ha preocupado a las empresas, desde el principio de los tiempos. El juego de la oferta y la demanda, que tiene lugar en el mercado económico, no es precisamente estable, más bien todo lo contrario, pues se basa en una renovación constante. Solo los mejores pueden salir a flote, de ahí que tantas empresas se hagan la misma pregunta con tanta insistencia, ¿cómo puedo mantener los clientes que ya he conseguido?

Y, en este momento, es cuando se entra en el laberíntico terreno del marketing o el arte de conseguir que un producto alcance los estándares de popularidad y rentabilidad deseados. A lo largo de la historia, han sido muchas las técnicas de Marketing que las empresas han desarrollado con esta intención, siendo quizás la más conocida en este ámbito la publicidad, una mina de oro para aquellos que han sabido explotarla con talento.

Sin embargo, no es la única que ha tenido éxito en este incierto mundo. Y es que conviene señalar que la técnica de regalos promocionales atraviesa por un momento de auge. Gran parte de su popularidad reside en su infinita capacidad de adecuación a cada caso; da igual el tamaño o la cuantía de lo que se regala, sea un bolígrafo o un caramelo, o las ya clásicas camisetas personalizadas para empresas combinables con el vestuario laboral personalizado, siempre se puede quedar bien con el receptor.  

A esta conclusión, llegó el organismo especializado Advertising Specialty Institute, en el año 2016, al señalar que los productos promocionales eran unos de los “más impactantes” y mejores (en términos de relación coste-eficiencia) modos de publicitar un negocio.

Dichas conclusiones las extrajo en base a un informe, producido por Colourfast, en el que se dejaba bien claro que el 85% de los encuestados declaraba recordar el nombre de la compañía que les había dado un producto promocional; asimismo, en dicho análisis, también se comunicó que los consumidores tenían 2.5 más probabilidades de tener una opinión positiva de una empresa si esta les había dado cualquier clase de producto promocional.

Una encuesta como podrían citarse tantas otras que han emitido dictámenes similares, en los que, de forma invariable, los lectores pueden deducir, sin temor a equivocarse , que, si se quiere terminar recibiendo algo, lo mejor es empezar dando algo.

Imagen: Depositphotos

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